SHUGYO 修行

SHUGYO 修行 : La práctica como disciplina interior
Si te gusta Compártelo:

La práctica como disciplina interior

Visité de nuevo la playa esta mañana. Regresaba de llevar a mi hija a su trabajo. Aún no había amanecido cuando aparqué el coche en el paseo marítimo y caminé hacia la arena.

A esa hora todo está tranquilo. Algún corredor madrugador y los coches que circulan por la avenida.

Tengo la suerte de poder disfrutar del mar en mi ciudad. Es tan potente, tan llena de fuerza la belleza del mar cuando amanece…

Había venido hablando con mi hija del tema de filosofía que tenía que impartir a sus alumnos:  Copérnico, el heliocentrismo, Giordano Bruno, aquel que formuló por vez primera la idea de múltiples soles y que el nuestro era sólo uno más…

La conversación había derivado sobre la inmensidad del universo y el vértigo que provoca pensar en ello. De modo que todo ello me condicionaba mientras contemplaba el amanecer en medio de la playa aún inmersa en la oscuridad de la noche. Era tan, tan bello todo eso que aparecía ante mi vista…

Y a la vez tan cercano a lo cotidiano: al día que comenzaba, a mis preocupaciones y proyectos para la jornada, a las luces del tráfico hacía un momento, conduciendo en la madrugada, mientras la voz de un locutor muy conocido hablaba en la radio de las elecciones en Castilla y León…

Contemplé el paisaje, el sol saliendo del mar. El agua tranquila y negra con oscuros reflejos azules lamiendo la arena mojada y lisa. Recogí algunas piedras de la playa en un brevísimo paseo y regresé por la arena. Me giré cuando ya estaba de nuevo en el embaldosado paseo marítimo. Eché una última mirada a aquella belleza.

En el recuerdo, las palabras que una noche me dijo un amigo, ante su cercanísima muerte. Muerte que él (en un privilegio terrible que solo algunos humanos tienen) sabía ocurriría en poco tiempo. Sus pensamientos sobre qué sería de él cuando desapareciera como él.

Uno intenta darle un sentido a todo esto, a esta belleza y esperanza, y a este dolor que comparten escena en esto que llamamos vida. A lo trascendente y a lo cotidiano. Dos categorías que nosotros mismos aplicamos y que quizá solo estén en nuestras mentes.

Desde el paseo marítimo, intuitivamente analicé la sensación que experimentaba.

Era un cierto sentimiento de gratitud. Gratitud ante la OPORTUNIDAD. La oportunidad de estar allí, AQUÍ.

Relacioné todo esto, no sé por qué, con la petición de un amigo de escribir algo acerca del concepto de Shugyō, motivada al haber visto una caligrafía mía, a tinta y pincel, que había yo posteado en Facebook.

Shugyō
Shugyō – Caligrafia de J.Carlos Aguilar

Medité que estaban relacionados. Existía un vínculo entre esa mi experiencia cotidiana/trascendental y ese concepto: SHUGYO

Shugyō significa, en las artes marciales japonesas, la práctica tomada como disciplina interior. 修 (Shu) hace referencia a “disciplina”, “comportamiento”, “conducirse uno mismo de forma adecuada”, “estudio”.   行 (Gyō) es “ir”, “viaje”, “realizar” o “cumplir”. El concepto está unido a la idea de viaje espiritual que algunos guerreros hacían en Japón para forjarse, inspirados en el peregrinaje de los monjes zen de monasterio en monasterio como ayuda en su búsqueda del satori.

La vida como un viaje.

Un viaje alentado por la fuerza que mueve a todo ser vivo a afirmarse. Lo que Spinoza denominaba en su filosofía “conato”.

En los seres humanos todo esto está complicado por nuestra capacidad de pensar sobre nosotros mismos buscando porqués. Intuyo que mis gatos lo tienen más claro. El satori lo traen de serie.

La vida como un viaje. La práctica marcial como un peregrinaje. De nosotros depende como tomarlo.

Que sea sólo algo terrenal, cotidiano, o que esta cotidianidad se enlace con lo trascendente, que sin ponerse trascendentes no significa otra cosa que la búsqueda de un sentido que va más allá de las palabras. De encontrarnos satisfechos internamente.

Nuestra práctica como algo intimo e importante, que nos permite tener la sensación de transformación interna.

Shugyō tiene el sentido de concentrase. No andar dispersos. Apreciar nuestra práctica y extraer el significado a los detalles. A lo exacto. Una exactitud que cambiará y evolucionará, pero que en ese momento cotidiano de la práctica tomamos como canon, repitiendo y ensayando, una y otra vez un movimiento, una técnica. Con compañeros en el dojo, pero también (y esto es sumamente importante), en nuestro entrenamiento cotidiano en solitario.

Quien limita su práctica a entrenamiento con otros pierde la mitad de las oportunidades. El “sotai undo”, la práctica con compañero, debe de ir acompañado de una cotidiana práctica en solitario (tandoku undo). Y a ser posible fuera del ámbito de la clase.

Como el artesano que se esfuerza por ejercer su arte de forma autentica, respetando la tradición y a la vez aportando toda su individualidad personal, el practicante marcial debe dedicarse a su práctica. Al entrenamiento, si utilizamos el término deportivo. Pero sin olvidar de que debe ser un quehacer interno. Como la meditación.

En estos tiempos esto encuentra muchos escollos.

Shugyō

Los modos de vida van en contra de estas dedicaciones. Usar y tirar. Comida rápida. Prisas para llegar, para regresar. Economía en todos los aspectos de nuestra forma de vida. De movimientos, de esfuerzos, de dedicación. El hedonismo lo impregna todo. Algo que confundimos erróneamente con disfrutar de la vida verdaderamente.

La relación de causa y efecto, de obtención de resultados y esfuerzos aplicados, se ha trastocado en nuestra mente.

Y en medio de todo esto, en un afán insatisfecho por esta forma de vida que nos impone nuestra cultura en la actualidad, la tabla de salvación de la práctica. De un quehacer al que, no sabemos muchas veces por qué, nos agarramos, quizás para no naufragar.

Shugyō significa tomar la práctica como un camino para descubrir el significado de un amanecer en la playa, del planteamiento vital de un amigo que se enfrentó a la muerte. El significado del tráfico en la madrugada y el de las elecciones en Castilla y León.

Porque Shugyō es el intento de darle un sentido a todo esto, a esta belleza y esperanza, y a este dolor que comparten escena en esto que llamamos vida. Sentido a lo trascendente y a lo cotidiano.

Juan Carlos Aguilar
Juan Carlos Aguilar

6º Dan Aikido (Japan Aikido Association).
6º Dan Tomiki Aikibudo y Maestro (Federación Española de Lucha).
1º Dan Iaido (British Kendo Association).
Presidente de Tomiki Aikido Spain, Shihandai de la JAA.
Director de la International Tomiki Aikido Federation.
Profesor de Tomiki Aikido en Shidokan Spain Honbu Dojo y Daikan Dojo.
Pintor de pintura de tradición occidental.
Pintor de Sumi-e y practicante de caligrafía japonesa.

Artículos: 6

Un comentario

  1. Deberíamos de seguir este camino como practica diaria, y nos beneficiaria a todos como persona.
    Gracias por compartir.

Deja un comentario

Contactar